Del “es solo una foto” a “es un dato más”
Se acerca la Navidad: pijamas con renos, árbol iluminado, velas, regalos. Hacemos lo que hemos hecho siempre: sacamos el teléfono, capturamos el momento, subimos la foto “para la familia” y seguimos con la cena.
En apariencia, nada grave: una imagen bonita en un mar de contenido.
Pero en 2025, subir esa foto ya no es un gesto neutro. En el momento en que tu dedo toca “publicar”, la cara de tu hijo deja de pertenecer solo a tu familia.

La imagen fue generada por IA en 2025.
Lo que pasa con la foto en los primeros 60 segundos
Clara Hawking describe algo que la mayoría de los padres nunca ve: la parte invisible del proceso.
En menos de un minuto:
La plataforma hace múltiples copias del archivo y las reparte por distintos centros de datos, países y sistemas de respaldo. Borrar la foto de tu feed no significa borrar todas esas copias.
Un sistema de visión por computadora analiza la imagen: detecta que hay un niño, estima edad aproximada, reconoce objetos (árbol, regalos, decoración), identifica logos de colegio, señales de la calle, incluso el tono emocional de la escena.
La foto se enlaza a tu “grafo” personal: tu IP, tu modelo de teléfono, tu historial de publicaciones, tus contactos, las personas que etiquetas. Si marcaste a tu pareja o a los abuelos, la plataforma acaba de dibujar mejor el mapa de la red familiar de tu hijo.
Todo eso pasa a ser parte de un perfil publicitario: un conjunto de señales que dicen “en esta casa hay un niño de tal edad, con estos intereses, en esta ciudad, con este poder adquisitivo…”.
No estamos hablando de ciencia ficción: así funciona la publicidad de vigilancia que sostiene a la mayoría de redes sociales actuales.
Por qué tapar la cara no es suficiente
Mucha gente responde: “Yo no muestro la cara de mi hijo, le pongo un sticker”. Ese gesto sí reduce el riesgo frente a otros humanos, pero casi no limita lo que ven las máquinas.
Según Hawking:
La plataforma recibe el archivo original antes de que el sticker se “hornee” en la imagen.
La IA sigue leyendo el fondo: tipo de casa, clima, vegetación, señales de tráfico, diseño del uniforme, escudo del colegio.
Los modelos actuales pueden inferir edad con bastante precisión y reconstruir partes ocultas usando técnicas similares al “relleno generativo”.
En otras palabras: el corazón sobre la cara frena a un mirón casual, pero no a un sistema diseñado para inferir, interpolar y reconstruir.

La imagen es generada por IA, 2025.
Tu hijo se vuelve “rico en datos” muy rápido
Varios estudios revelan que:
Padres europeos comparten en promedio unos 300 datos o fotos al año sobre cada hijo.
En algunas encuestas, más del 75 % de los padres dicen compartir información sobre sus hijos en redes, muchos con perfil público.
Si sumas todo, cuando tu hijo llega a primaria ya puede existir un expediente visual y conductual con más de 1.500 imágenes ligadas a su nombre, su edad y sus rutinas.
No necesitas que tu hijo tenga cuenta propia: su “huella” digital puede estar en marcha desde el embarazo, alimentada por quienes más lo quieren.

La imagen es generada por IA, 2025.
Cinco caminos donde las cosas se tuercen
1. Depredadores y redes de abuso (CSAM)
Un estudio en Australia con miles de adultos encontró que, entre quienes comparten contenido de niños:
7 % recibió al menos una petición de material sexual de menores.
Cerca del 3 % de todos los encuestados había sido abordado en el último año para pedir u ofrecer imágenes sexuales de un niño.
Autoridades como la CNIL francesa han advertido que fotos “tiernas” (baño, playa, pijamas) se reutilizan en perfiles falsos y redes de abuso. Parte del material de explotación sexual infantil empieza como contenido familiar “inocente”.
2. Robo de identidad e información sensible
Cuando publicas: nombre, edad, uniforme, ciudad, pastel con la cifra de años, camiseta del club… estás regalando los mismos campos que luego se usan para fraude e identidad falsa.
En algunos estudios:
Aproximadamente 1 de cada 7 niños ya ha sido víctima de robo de identidad.
1 de cada 6 padres reporta que su hijo sufrió algún daño online vinculado directamente a lo que ellos mismos publicaron.
Los estafadores no tienen que hackear el sistema del colegio si pueden reconstruir la ficha completa desde tu muro.
3. Entrenamiento de IA y motores de deepfakes
Human Rights Watch documentó que fotos de niños sacadas de blogs familiares, webs de colegios y vídeos con pocas visitas en YouTube terminaron en LAION-5B, uno de los mayores datasets de imágenes usados para entrenar generadores de imágenes como Midjourney o Stable Diffusion.
Consecuencia:
Caras de niños reales pueden alimentar modelos capaces de envejecer rostros, transformarlos o incluso generar versiones sexualizadas si alguien los usa con mala intención.
Las leyes que intentan frenar estos abusos van por detrás de la tecnología.
4. Reconocimiento facial y bases biométricas
Clearview AI montó un sistema con alrededor de 30.000 millones de imágenes extraídas sin consentimiento de la web pública, incluidas redes sociales. Reguladores de varios países han declarado ilegal ese procesamiento, pero las imágenes ya están copiadas, procesadas y convertidas en plantillas biométricas.
Punto clave:
Si la cara de tu hijo ha sido incluida, nadie tiene la obligación real de avisarte.
No existe un “control Z” para borrar todos los faceprints una vez generados.
5. Sextorsión y chantaje
La extorsión a niños y adolescentes con imágenes va en aumento. El artículo recoge datos donde:
Casi 1 de cada 10 padres dice que su hijo ya ha sido chantajeado online.
1 de cada 5 conoce a un niño en esa situación.
Y ojo: no siempre son desnudos. A veces basta una foto que muestre:
un momento vulnerable,
una pista sobre sexualidad, religión o ideología,
o algo que pueda editarse para crear una imagen humillante.
El material de chantaje muchas veces no viene de lo que el niño publica, sino de las imágenes que los adultos subieron “por ternura” años antes.
No es pánico moral: es actualizar el mapa
Nada de esto significa que cada foto terminará en un caso extremo.
Pero sí que el uso por defecto de las imágenes de nuestros hijos ya es extractivo:
perfilar,
retener,
entrenar IA,
alimentar ecosistemas de datos.
Y que los daños dejan de ser “casos aislados” cuando hablamos de porcentajes de dos dígitos en identidad robada, contacto de depredadores o chantaje.
Las redes que usábamos hace 10 años no son las mismas. Antes sentías que posteabas “para tu feed”. Hoy, en realidad, estás alimentando un ecosistema entero de actores invisibles.
Si igual vas a compartir, al menos cambia las reglas
Hay familias que, después de ver esto, deciden dejar de mostrar a sus hijos en redes. Otras eligen seguir, pero con criterios mucho más estrictos. Si estás en este segundo grupo:
Quita las pistas del fondo: nada de número de casa, nombre del colegio, uniforme, placas del auto, paraderos identificables, vistas reconocibles desde la ventana.
Nunca publiques en tiempo real: sube la foto cuando ya no estés en ese lugar. Esto reduce riesgo de seguimiento y contacto físico.
Perfiles privados y limpieza de seguidores: no es infalible, pero baja mucho la exposición. Haz poda regular: ¿realmente conoces a todas esas cuentas?
Desactiva la geolocalización en la cámara y en las apps: así reduces el rastro de coordenadas en los metadatos.
Evita nombres completos, edad exacta y datos sensibles (colegio, club deportivo, diagnósticos médicos, tratamientos, horarios).
Fondo neutro siempre que puedas: pared lisa, cortina, esquina sin detalles. Cuantos menos “miguitas” visuales, mejor.
Revisa tu archivo histórico: pide a la plataforma un listado de tu contenido, borra lo que hoy ya no publicarías, especialmente fotos de baño, playa, dormitorio y momentos vulnerables.
Pon reglas claras con abuelos, tíos, escuela y otros padres: no etiquetar al niño, no publicar en abierto, no subir fotos del grupo sin permiso, no mostrar logos del cole, no compartir en grupos masivos de WhatsApp.
No se trata de ser “el papá pesado”, sino de ser la persona que tiene la foto completa del riesgo.
Antes de subir, hazte esta pregunta
Quiero cerrar con la pregunta que plantea Clara Hawking y que, como Mamá/Papá con Datos, me parece un filtro brutal y necesario:
“Si esta imagen terminara en un dataset de IA,
en la carpeta de un depredador,
en un chat de sextorsión
o en una base de datos biométrica,
¿igual le daría a ‘compartir’?”
Si la respuesta es no, quizá esa foto no pertenece a ninguna red social.
Tal vez sí pertenece a tu impresora, a un álbum físico, al chat privado con los abuelos… pero no a un feed público o semipúblico.
El dato
La tecnología cambió más rápido que nuestros rituales familiares. Hoy, una foto navideña de cinco segundos se convierte en un dato duradero sobre el rostro, la vida y el futuro digital de tu hijo. La buena noticia es que la próxima foto todavía está en tus manos: puedes no tomarla, no subirla, o subirla con un plan de protección consciente. Eso, también, es un regalo. 🎄💚
Fuente: Clara Hawking Especialista en gobernanza de IA






