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La mirada Gen Z: es lenguaje digital en el mundo real
¿Por qué los adolescentes y jóvenes de hoy responden con una mirada inexpresiva en lugar de palabras? La respuesta no es desinterés: es un síntoma cultural de la crianza en pantallas, la pandemia y el choque generacional.
¿Te ha pasado?
Estás en casa, pides algo simple: “¿Puedes poner la mesa, por favor?”
Y lo único que recibes como respuesta es una mirada larga, fija, inexpresiva. Sin un sí, sin un no. Solo… una mirada.
Ni siquiera es desafiante. Es neutra. Es… nada.
Y claro, es fácil pensar: “¡Qué falta de respeto! ¿Dónde quedaron los modales?”
Pero, ¿y si esa mirada no fuera desinterés, sino una forma nueva —y silenciosa— de comunicación?

¿Qué es la mirada Gen Z?
La llaman Gen Z Stare, o “la mirada Gen Z”.
Es esa expresión sin emoción, sin palabras, con la que muchos jóvenes —sobre todo adolescentes— responden cuando se les dice algo.
Es viral en TikTok.
Es famosa en redes.
Y es incomprendida por la mayoría de los adultos.
Un ejemplo real: una joven azafata explica en TikTok que, al pedir a una pasajera que guarde su bolso bajo el asiento, recibió solo una mirada vacía… hasta que fue la madre de la pasajera quien repitió la instrucción.
Otro joven lo resume así: “No es que no quiera contestarte. Es que lo que dijiste fue tan absurdo que solo puedo mirarte… en shock”.

TikTok user @Tiltonicatiktok demonstrates Gen Z stare
Tilton¿Por qué ocurre? No es falta de modales, es el nuevo lenguaje
Detrás de esa mirada hay mucho más que un “no me importa”.
Hay un contexto que nosotros, como adultos, debemos tratar de entender:
📱 Pantallas como primer idioma
Estos chicos crecieron escribiendo, chateando, usando emojis.
Aprendieron a decir “me gusta” con un corazón, “me molesta” con una reacción pasivo-agresiva, y “estoy aquí” con un mensaje de voz.
La interacción presencial, con contacto visual y respuestas inmediatas, no es su territorio natural.
Años clave de su desarrollo social transcurrieron entre Zoom, chats y aislamiento.
Muchos aprendieron a convivir más con una pantalla que con personas.
No es que no quieran hablar. Es que no tuvieron suficiente práctica para hacerlo sin ansiedad.
🙅♀️ Cansancio emocional y protesta silenciosa
Si un joven siente que lo que le estás pidiendo no tiene sentido, es probable que simplemente te mire.
No con rabia. No con sarcasmo.
Sino con ese tipo de “ausencia presente” que solo alguien saturado puede sostener.

Credits: @maya81802, @kennytookrazy, and @thisisjenae about the Gen Z stare
¿Es algo nuevo? Spoiler: no
En los años 80, películas como The Breakfast Club ya mostraban a adolescentes que respondían a los adultos con silencios cargados de emoción.
¿Recuerdas cuando tú mismo, de adolescente, no querías hablar con tus padres?
¿O cuando solo levantabas los hombros y ponías cara de “me da igual”?
La diferencia es que ahora lo vemos, lo nombramos y lo viralizamos.
Como dice el historiador Kurt Andersen: “Cada generación cree haber descubierto el aburrimiento de los adolescentes… pero siempre ha estado ahí.”
¿Y si es una forma de decirnos algo?
¿Qué pasaría si en lugar de juzgar esa mirada… la escucháramos?
Porque sí, las miradas también hablan:
👁️ Te dicen “no sé qué decir”.
👁️ Te dicen “no sé cómo reaccionar”.
👁️ Te dicen “estoy cansado de tener que explicar lo que siento todo el tiempo”.
Esa mirada puede ser una puerta, no un muro.
Pero solo si dejamos de verla como un problema, y la entendemos como una señal de alerta emocional y cultural.
¿Qué podemos hacer los adultos?
No ridiculices su forma de responder. La burla solo refuerza el silencio.
No la tomes como algo personal. No siempre es contra ti.
Haz preguntas reales. Interésate por lo que piensa, aunque no conteste de inmediato.
Dales tiempo. A veces necesitan más de 5 segundos para responder.
La “Gen Z stare” no es un fenómeno aislado. Es el reflejo de cómo criamos, educamos y acompañamos a una generación que ha aprendido a comunicarse mirando pantallas, no rostros.
¿De verdad nos sorprende que no sepan cómo reaccionar en una conversación cara a cara, si desde pequeños les dimos un dispositivo en lugar de una mirada?
Durante años, normalizamos que un niño comiera viendo YouTube, que la sobremesa familiar se interrumpiera por una notificación, que el silencio del hogar se resolviera con una tablet.
Y ahora, cuando ese mismo niño convertido en adolescente nos responde con una mirada ausente… ¿nos parece raro?
Esto no es un juicio. Es una invitación.
Porque si bien las pantallas son parte inevitable de su mundo, también lo somos nosotros.
Y aún estamos a tiempo de enseñarles —con paciencia, presencia y ejemplo— que el verdadero lenguaje emocional no se transmite por Wi-Fi, sino mirando a los ojos, escuchando con el cuerpo y hablando con el corazón.
La mirada Gen Z no es el problema.
Es la factura de una crianza que olvidó, por momentos, la conexión real.
Y es hora de reconectar.
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Con solo dos años de edad, el consumo medio se sitúa en torno a las tres horas. De los ocho a los doce, la media se acerca a las cinco horas. En la adolescencia, la cifra se dispara casi a siete horas, lo que supone más de dos mil cuatrocientas horas al año en pleno desarrollo intelectual. |
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