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Brick Phones: por qué los padres están volviendo al teléfono básico para sus hijos
Sin redes sociales, sin juegos y sin distracciones. ¿Será el teléfono "ladrillo" la mejor opción para proteger la infancia en la era digital?
Los padres de hoy enfrentamos una paradoja difícil de resolver: queremos preparar a nuestros hijos para el mundo digital, pero también protegerlos de los riesgos que este mismo mundo presenta. Desde contenidos inapropiados hasta adicciones tecnológicas, pasando por el ciberacoso, los problemas parecen multiplicarse con la misma rapidez con la que aparecen nuevas aplicaciones y plataformas digitales.
En este contexto ha surgido un fenómeno curioso y sorprendente: el regreso de los teléfonos básicos, conocidos popularmente como brick phones o teléfonos ladrillo. Aquellos dispositivos robustos, sin conexión a internet, redes sociales o juegos adictivos, que parecían haber quedado atrás en la historia de la telefonía, ahora se presentan como una alternativa práctica y efectiva para muchos padres y educadores preocupados por el bienestar digital de los niños.
Pero, ¿por qué exactamente los padres están considerando estos teléfonos "anticuados"? ¿Qué beneficios concretos pueden aportar al desarrollo y seguridad de nuestros hijos en la era de las pantallas? Y, quizás lo más importante, ¿estamos ante una solución real o simplemente ante una moda pasajera que trata de combatir los síntomas sin abordar los problemas de fondo?
En este artículo exploraremos todas estas preguntas y ofreceremos herramientas prácticas para tomar una decisión informada, pensando siempre en lo mejor para nuestros hijos y su futuro digital.
📱 ¿Qué son exactamente los brick phones?
Los brick phones, conocidos también en español como teléfonos ladrillo, son móviles básicos que ofrecen las funciones esenciales: llamadas telefónicas y mensajes SMS, pero con un diseño sencillo y sin conexión a internet. Su nombre proviene de la apariencia robusta y sólida que tenían los primeros teléfonos móviles en la década de los 80 y 90, aunque hoy se utiliza este término para referirse a cualquier teléfono móvil básico que carece de las sofisticadas capacidades de los smartphones modernos.
Estos dispositivos generalmente tienen una pantalla pequeña, teclado físico, una batería duradera y funciones muy limitadas. No permiten descargar aplicaciones, acceder a redes sociales o navegar en páginas web. Es decir, son teléfonos creados específicamente para mantener la comunicación sin las distracciones digitales que hoy rodean la vida diaria.
Aunque inicialmente podría parecer extraño volver a una tecnología considerada "obsoleta", los padres y educadores están viendo en estos teléfonos una solución práctica para reducir la sobreexposición digital en niños y adolescentes. El objetivo principal es simple: mantener conectados a los hijos con sus padres y personas cercanas, pero sin abrirles aún la puerta al amplio e impredecible mundo de internet.
En definitiva, los brick phones no son una vuelta al pasado sin sentido, sino más bien una respuesta intencional y estratégica frente a los desafíos de la crianza en tiempos digitales.

¿Por qué están resurgiendo en la crianza digital?
En una era donde los niños pueden tener acceso a todo —desde TikTok hasta mensajes de desconocidos— con apenas deslizar un dedo, muchos padres se sienten cada vez más incómodos con la idea de entregarles un smartphone sin restricciones. El brick phone aparece, entonces, como una forma de decir: “sí, puedes tener un teléfono… pero no uno que te absorba o te ponga en riesgo”.
El resurgimiento de estos teléfonos básicos en contextos de crianza digital responde a una combinación de razones prácticas, educativas y emocionales:
1. Menos distracciones, más foco
El brick phone no vibra con notificaciones de redes sociales ni ofrece acceso a juegos, videos o plataformas de mensajería. Eso significa menos interrupciones durante los deberes, las comidas, las conversaciones familiares y las clases. Los niños pueden mantenerse comunicados con sus padres sin cargar en el bolsillo una fuente constante de distracción.
2. Mayor seguridad emocional y digital
Sin acceso a internet ni redes sociales, los menores quedan protegidos de riesgos como el ciberacoso, la exposición a contenidos inapropiados o la presión por la validación digital. También se evita el acceso a marketplaces o plataformas con pagos en línea accidentales.
3. Menos conflictos en casa
Para muchas familias, el smartphone se convierte en terreno de batalla: cuánto tiempo usarlo, qué apps se pueden tener, con quién se está chateando. Al ofrecer un dispositivo más simple, las normas se vuelven más claras y los puntos de fricción desaparecen. El teléfono deja de ser un objeto de deseo… y eso, en sí mismo, es un alivio.
4. Preparación gradual para la vida digital
Algunos expertos en crianza lo explican con una metáfora poderosa: dar un smartphone a un niño es como entregarle las llaves de un auto sin antes enseñarle a conducir. El brick phone, en cambio, funciona como una bicicleta con ruedas de entrenamiento: permite empezar a tener responsabilidad sobre un dispositivo, sin enfrentarse aún al tráfico de la red.
5. Respaldo de escuelas y comunidades
Cada vez más instituciones educativas están tomando una postura clara: restringir o incluso prohibir los smartphones dentro del entorno escolar. En su lugar, recomiendan —o permiten exclusivamente— teléfonos básicos. Este respaldo institucional le da a las familias un argumento poderoso: “no es solo que yo no quiera darte un smartphone… es que el colegio también lo apoya”.
Ventajas y desventajas del brick phone para niños
Adoptar un brick phone en la crianza digital no es una solución mágica, pero sí una estrategia concreta que responde a necesidades reales. Como toda decisión relacionada con tecnología y niñez, tiene sus beneficios y también sus limitaciones. Aquí te mostramos ambos lados de la balanza.
Ventajas
1. Disminuye el riesgo de exposición a contenidos inapropiados
Al no tener acceso a internet, redes sociales ni aplicaciones, se evita que los niños entren en contacto con material no apto para su edad. Esto reduce significativamente el riesgo de ciberacoso, grooming o consumo temprano de contenido violento o sexualizado.
2. Promueve hábitos saludables de uso del tiempo
Sin TikTok, YouTube ni videojuegos en línea, los niños tienen más oportunidades de aburrirse... y eso no es malo. El aburrimiento es el punto de partida para la creatividad, el juego libre y el desarrollo de la autonomía.
3. Favorece la comunicación directa con los padres
La función principal del brick phone es la llamada y el mensaje de texto. Esto permite que el niño se mantenga en contacto con su familia en casos necesarios, sin distracciones adicionales.
4. Ahorra dinero y reduce el impacto ambiental
Los teléfonos básicos suelen costar una fracción de lo que cuesta un smartphone. Además, tienen baterías más duraderas, son más resistentes a caídas y no necesitan cargarse todos los días. También generan menos residuos tecnológicos por su mayor vida útil.
5. Facilita la coherencia en la crianza digital
Cuando todos los niños de una clase tienen un teléfono similar, se evita la presión social de “ser el único sin smartphone”. Varias escuelas y comunidades están proponiendo este enfoque colectivo para alinear criterios entre familias.
Desventajas
1. Puede limitar la alfabetización digital
Aprender a usar un smartphone también es parte del desarrollo actual. Postergar demasiado este aprendizaje podría generar una brecha tecnológica con sus pares, especialmente si el niño no accede a otras formas de educación digital supervisada.
2. Puede generar sensación de exclusión social
En grupos donde la mayoría de los niños ya usan smartphones, redes sociales o juegan en línea, quien no tiene acceso puede sentirse apartado. Esto puede requerir un trabajo emocional extra por parte de los padres para validar su decisión y reforzar la autoestima del niño.
3. No permite localización GPS ni aplicaciones de seguimiento
Algunos padres valoran poder saber en tiempo real dónde están sus hijos mediante apps de geolocalización. Los brick phones no suelen tener esta funcionalidad, por lo que el control se basa más en la confianza y la comunicación directa.
4. Puede no ser suficiente a medida que crece el niño
Lo que funciona para un niño de 9 años puede no ser útil para uno de 13. Con el tiempo, el brick phone puede volverse obsoleto frente a nuevas necesidades académicas o sociales, y será necesario hacer una transición hacia un smartphone con acompañamiento.
¿Y qué pasa con los dumb phones? La versión moderna del ladrillo
En esta ola de regreso a lo básico, muchos padres no solo están optando por los clásicos “ladrillos” sin pantalla a color ni funciones modernas. También han comenzado a elegir una alternativa más actualizada: los llamados dumb phones. Son teléfonos con pantalla, teclado o incluso interfaz táctil, que sí se parecen a un smartphone en apariencia, pero mantienen la misma lógica de simplicidad y restricción.
Según la organización Internet Matters, los dumb phones son dispositivos que:
“No se conectan a internet o lo hacen de forma muy limitada. Están diseñados para hacer y recibir llamadas, enviar mensajes de texto y, a veces, tomar fotos o escuchar radio, pero no permiten la instalación de apps como WhatsApp, TikTok o Instagram.”
Esta categoría incluye modelos como el Nokia 225 4G, el Light Phone II o algunos modelos de Punkt, que visualmente podrían parecer “inteligentes”, pero funcionalmente siguen la misma filosofía de protección: ofrecer lo mínimo necesario para mantenerse conectado sin exposición a riesgos digitales.
Para muchas familias, estos teléfonos representan una solución intermedia ideal:
Más aceptables socialmente para el niño, ya que se ven como un teléfono moderno.
Más controlables para los padres, porque no permiten instalar apps ni navegar libremente.
Más sostenibles a largo plazo, ya que algunos permiten incluir contactos predeterminados, bloqueo de funciones y otras configuraciones pensadas para el uso infantil.
Así, el dumb phone no es simplemente un teléfono “tonto”. Es, en realidad, un dispositivo diseñado con intención: dar a los niños una herramienta para la autonomía gradual, sin saltar directamente al mundo hiperconectado de los adultos.
Lo que dicen los expertos
Psicólogos, educadores y especialistas en seguridad digital coinciden en algo: la entrega del primer dispositivo móvil debe ser una decisión consciente, no una reacción a la presión social. Y en ese camino, los brick phones y dumb phones están siendo cada vez más recomendados como una alternativa viable y saludable.
Beatriz Izquierdo, especialista en alfabetización digital infantil, lo explica así:
“Dar un teléfono sin internet a un niño es una excelente manera de introducirlo en la responsabilidad digital. Puede aprender a comunicarse, respetar horarios y cuidar un dispositivo, sin estar expuesto todavía a redes sociales o contenidos no aptos.”
Desde la psicología del desarrollo, también se destaca el valor de postergar el acceso completo a la vida digital. La doctora Delia García, psicóloga infantojuvenil, advierte:
“Muchos padres se sienten culpables por no dar un smartphone a sus hijos, pero en realidad lo que están haciendo es permitirles madurar antes de enfrentarse al mundo online. Y eso es valiosísimo.”
Internet Matters, organización líder en protección digital, ha desarrollado guías específicas para familias que eligen dumb phones, destacando su utilidad como “ruedas de entrenamiento digitales” antes de entregar un dispositivo con conexión total.
Incluso voces desde la educación tecnológica respaldan esta postura. Andy Robertson, autor del libro Taming Gaming, afirma:
“Un niño no necesita un smartphone a los 9 años. Lo que necesita es contacto humano, juego libre y espacio para aburrirse. Y si el teléfono que lleva en el bolsillo no lo distrae, mejor.”
Los expertos coinciden: no se trata de ser anti-tecnología, sino de elegir cuándo y cómo introducirla, respetando el desarrollo emocional, cognitivo y social de cada niño.
Consejos prácticos para padres
Si estás considerando entregar a tu hijo un brick phone o un dumb phone, aquí van algunas recomendaciones basadas en evidencia y experiencias reales:
1. Evalúa la edad y madurez de tu hijo
No hay una edad “correcta” universal. Lo importante es evaluar si tu hijo entiende las reglas, respeta los límites y puede hacerse cargo de un dispositivo, por simple que sea.
2. Explícale el porqué de tu decisión
No lo plantees como castigo. Háblale con honestidad sobre tus razones: cuidado, protección, gradualidad. Involucrarlo en la conversación puede transformar la resistencia en aceptación.
3. Acuerda reglas claras desde el inicio
Incluso con un teléfono básico, es útil establecer horarios de uso, momentos donde no se utiliza (como durante las comidas o al dormir) y normas de comunicación (a quién puede llamar o escribir).
4. Elige modelos apropiados para niños
Busca teléfonos duraderos, con batería de larga duración, teclado fácil de usar y sin acceso a internet. Algunas marcas ofrecen modelos específicamente pensados para niños o adultos mayores, con botones grandes y funciones básicas.
5. Coordina con otras familias si es posible
Muchos niños aceptan mejor un teléfono básico si no son los únicos con uno. Hablar con otros padres de la clase o grupo puede ayudar a construir una red de crianza digital coherente.
6. Revisa periódicamente cómo se está usando
Aunque el dispositivo no tenga internet, sigue siendo útil hacer revisiones periódicas: ¿está en contacto con quien debería?, ¿lo cuida?, ¿cumple con los acuerdos?
7. Planifica la transición hacia un smartphone
Si decides que más adelante tendrá un smartphone, prepárate con tiempo: establece fases, usa controles parentales, activa reportes de uso, y sobre todo, acompaña. La tecnología nunca debe ir por delante de la conversación.
"Cuando se trata del primer smartphone, cuanto más tarde, mejor: no es una carrera tecnológica, es una cuestión de madurez emocional."
Nuestra recomendación: menos prisa, más acompañamiento
“No todos los niños necesitan lo mismo, pero todos necesitan adultos que se detengan a pensar antes de entregarles una ventana al mundo.”
Desde Te Dejo el Dato, promovemos una crianza digital consciente, y eso implica entender que el acceso a un smartphone no es un derecho automático por edad, sino una herramienta poderosa que debe introducirse con guía, criterio y mucho diálogo.
Por eso, nuestras recomendaciones son claras:
Retrasa lo más posible la entrega del primer smartphone con internet. Cuanto más tiempo permanezca el niño en entornos acotados y sin exposición digital plena, mejor preparado estará para usar un dispositivo conectado cuando realmente lo necesite.
Empieza con lo básico: brick phone o dumb phone. Ambos permiten que el niño aprenda a comunicarse, cuidar un objeto, respetar normas de uso y asumir responsabilidades, sin saltar directo a redes sociales o chats sin supervisión.
No entregues el primer dispositivo por presión social. No porque “todos en la clase lo tienen” significa que tu hijo lo necesita ahora. Mejor pregúntate: ¿mi hijo está listo? ¿yo estoy listo para acompañarlo?
Crea acuerdos familiares antes de entregar cualquier teléfono. El dispositivo no es un regalo sin condiciones: es una herramienta que se presta bajo ciertas reglas, que deben revisarse y evolucionar con el tiempo.
Y sobre todo, mantente cerca. Ningún control parental reemplaza tu presencia, tus preguntas, tu escucha. La mejor tecnología siempre será la relación.
Este no es un artículo en contra de la tecnología, sino a favor de una niñez mejor protegida, más acompañada y con menos apuro por crecer.
Porque en crianza digital, menos prisa significa más tiempo para hacerlo bien.

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